El arte de postergar el deseo
Al principio fue apenas una conversación, casual, sin dobleces. Él hablaba con esa voz que parecía tejida con hilos de café tostado y tardes sin prisa. Ella sonreía, más por cómo la escuchaba que por lo que decía. Había algo hipnótico en la manera en que sus silencios acompañaban sus palabras, como si cada pausa
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